¿Sabes que dentro de ti hay 3 personalidades? – El Análisis Transaccional

coach personal en madrid ana lucía lozano collado, desarrollo y crecimiento personal

Si observas tu conducta en un sólo día te darás cuenta de los cambios que se producen a la hora de relacionarte con los demás: en el trabajo, en tu casa o con tus amigos.

Pasamos de comportarnos de una forma concreta a otra completamente distinta dependiendo del entorno.

Es como si dentro de nosotros hubiese distintas personalidades.

¿Cómo voy a tener distintas personalidades dentro de mí? Sí, así es, y si no me crees, sigue leyendo y lo comprobarás.

Todos tenemos esas tres personalidades y nos movemos de una a otra a lo largo del día en diferentes circunstancias, aunque una de ellas es la que usamos como “favorita”.

Estas personalidades se encuentran dentro del denominado “Análisis Transaccional”.

Su creador fue el médico psiquiatra Eric Berne, definiéndolo como “una teoría de la personalidad y de la acción social y un método clínico de psicoterapia, basado en el análisis de todas las transacciones (intercambios) posibles entre dos o más personas, sobre la base de estados del yo específicamente definidos”.

Esos estados del yo son sistemas coherentes entre lo que pensamos, sentimos y hacemos determinados por cada una de esas personalidades, que son:

Estado Padre, Estado Adulto y Estado Niño comúnmente conocido como “P.A.N”.

A continuación, encontrarás las características más importantes de cada estado. Presta atención y honestamente observa, con cuál te sientes más identificado en tu día a día.

ESTADO PADRE

Estamos en el Estado Padre cuando pensamos, sentimos y nos comportamos como lo hacían nuestros padres o alguna otra persona de referencia importante en nuestra vida.

Son las pautas de conducta que utilizamos aprendidas a través de creencias, basadas en la moral de lo que está bien o mal o lo que debería ser y lo que no. Estamos imitando a esos referentes relevantes para nosotros en nuestra infancia.

En el Estado Padre, nos movemos por lo que “tenemos que o deberíamos hacer”, la moral y los juicios. Decimos a los demás lo que deben o no deben hacer, lo que está bien o mal.

El comportamiento asociado a este estado suele ser autoritario, crítico y desmotivador.

A la hora de ayudar a otros, desde el Estado Padre, prestamos una ayuda que genera dependencia en la persona ayudada para que así, nos siga necesitando. Con este comportamiento, negamos la posibilidad al otro de creer en sus propias facultades y resolver por sí mismo sus asuntos.

ESTADO NIÑO

Son el conjunto de pensamientos, emociones y conductas que aprendimos en nuestra infancia y que ahora en la edad adulta seguimos utilizando.

De pequeños, aprendimos a utilizar ciertos comportamientos que, en aquel momento, nos proporcionaban algún beneficio: quizás obtuvimos cariño, atención, reconocimiento o caricias.

Por ejemplo, si de pequeños, aprendimos que cada vez que nos enfadábamos o llorábamos nuestros padres nos daban lo que queríamos, en la edad adulta, recurrimos a los mismos comportamientos con “pataletas”, para lograr lo que queremos.

En el Estado Niño, estamos viviendo emociones desproporcionadas para lo que realmente está ocurriendo en el momento presente, creando a nuestro alrededor, más malestar del necesario, al seguir manteniendo actitudes que corresponden al pasado.

En este estado, evadimos nuestras responsabilidades y culpamos a los demás de lo que sucede. Estamos en la queja continua y en la rebeldía.

Vivimos sintiéndonos víctimas.

Al comportarnos desde este estado, nos movemos por los que “nos apetece o no nos apetece; lo que nos gusta y lo que no”.

Las metas que nos proponemos no se ajustan a la realidad y construimos a nuestro alrededor un mundo de fantasía, evadiendo la realidad con deseos ilusorios en los que no hay una acción concreta para llevarlos a cabo.

ESTADO ADULTO

En el Estado Adulto encontramos la verdadera libertad, pensamos, sentimos y nos comportamos, acorde a lo que sucede en el momento presente, viviendo el aquí y ahora.

Vivimos el presente desde la propia responsabilidad, soltando el pasado y sin pretender controlar el futuro.

El Estado Adulto, no se guía por un tipo de moral, sino que está guiado por la ética de lo que corresponde a cada momento, por lo que, al vivir desde aquí, no hay espacio para la queja o la preocupación.

Hablamos de lo que corresponde sin enredarnos en otras historias que no vienen a cuento. La forma de comunicarnos desde este estado es breve y concisa, diciendo lo fundamental.

En el Adulto, hay total ausencia de manipulación y control hacia los demás, por lo que se viven relacionas sanas, profundas y efectivas.

Vemos a los demás de igual a igual. No nos sentimos por encima ni por debajo de otros, aceptamos a las personas tal cual son, sin pretender cambiarlos.

En el Estado Adulto, aceptamos lo que la vida nos trae aunque eso no estuviera previsto, aunque no estuviera en nuestros planes o aunque no nos guste.

Estamos en la acción, materializamos las cosas que queremos realizar, siendo capaces de adaptarnos al cambio continuo, soltando las creencias que no nos sirven para nuestro propio avance y que nos alejan del presente.

El Análisis Transaccional, se puede aplicar en otras disciplinas cómo Inteligencia Emocional, Coaching, Constelaciones Familiares, PNL y en diferentes ámbitos cómo con: clientes, pacientes, familia, amigos, compañeros de trabajo, en cualquier tipo de relación que podamos tener, siendo muy útil y proponiéndonos un cambio sustancial a la hora de tratar y trabajar con otras personas.

Nos permite tener mejores relaciones con otros mismos y con los demás. Revisar la forma en la que nos comunicamos y desde dónde lo hacemos. Permite descubrir las creencias irracionales o limitantes que gobiernan nuestra vida y además, influye en nuestro comportamiento  psicológico y conductual.

Estoy segura que, de un modo u otro, te has identificado con los tres estados.

La pregunta es…

¿Tienes clara cuál es tu tendencia habitual? ¿Con cuál de los tres estados te sientes más identificado a lo largo del día?

Eso es lo esencial. Te darás cuenta, cómo esos pensamientos, emociones y conductas, te influyen en tu propia vida y en tu relación con los demás.

Observarás si tu estado dominante a lo largo del día te lleva a conseguir lo que quieres o realmente te aleja. 

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